El texto de La Fe Bautista de 1689 posiciona a las Escrituras bíblicas como la referencia central y suficiente para el entendimiento de su doctrina. Esto se basa en la caracterización de las Escrituras según el texto, como: "la única norma suficiente, cierta e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia de salvación". Esta afirmación coloca a la Biblia como un punto único de verdad, fundamentando en las mismas la base de su creencia. Al mismo tiempo, esta posición establece un punto de partida y estipula límites claros para la fe; explícitamente, el texto enuncia lo siguiente: "En estas Escrituras, nuestra fe encuentra su última palabra". Reafirma de esta manera la autoridad y suficiencia de la Biblia para la doctrina bautista.
2 Timoteo 3:15-17; Efesios 2:20
El texto hace alusión a que la Palabra proporciona un contraste veraz para decidir asuntos doctrinales, refiriéndose a la Biblia como: "El juez supremo para decidir cualquier controversia religiosa, y para evaluar todos los decretos y concilios [...], no son sino las Sagradas Escrituras". Con estos argumentos, la confesión de fe bautista presenta un marco de referencia doctrinal conciso que cimenta los valores de su doctrina.
Una razón fundamental por la cual la doctrina bautista toma las Escrituras como base inequívoca de su fe, es que estas se consideran una revelación directa de la voluntad de Dios. Este concepto se expresa claramente en el texto cuando declara que: "Por lo tanto, el Señor se complació en revelarse a sí mismo [...] y puso esta revelación completamente por escrito". Esta afirmación subraya la naturaleza sagrada de las Escrituras, que, para la fe bautista, representan las mismas palabras de Dios. En consecuencia, las Escrituras se ven como la manifestación de la voluntad divina de Dios, revelándose a su pueblo.
Hebreos 1:1; Romanos 1:19-20
En virtud de ser la palabra de Dios, las Escrituras adquieren una autoridad inexorable. Esta idea se refleja en el texto, que declara: "Esta autoridad no depende del testimonio de ninguna persona o iglesia, sino solo de Dios, el autor, quien es la verdad". Por lo tanto, nadie puede objetar o redefinir las Escrituras sin contradecir a su autor, quien es la verdad misma. Esta coherencia, veracidad y completitud inherente a la Palabra implica que cualquier intento de alterarlas conduciría a una deformación de la verdad. De este modo, cualquier alteración se considera como una deformación y degradación del mensaje que Dios dejó para su pueblo. Esto va en contra de la esencia de la Biblia y, por ende, en contra de la voluntad de Dios revelada, por esa razón no debe permitirse.
2 Pedro 1:19-21; 1 Tesalonicenses 2:13
A pesar de que la Biblia es considerada la palabra de Dios, el texto aclara que no ha sido la única forma de revelación que Dios ha utilizado. Como señala la confesión de fe: "Las antiguas formas que usaba Dios para revelar su voluntad han cesado". Esto resultó en el compendio de libros conocido como el canon biblico, que la fe bautista considera el único medio para conocer la voluntad de Dios. Aunque existen otros textos contemporáneos a las escrituras, los autores aclaran que estos no deben ser tratados como la palabra de Dios; por el contrario, deben ser analizados como escritos nacidos de la virtud humana: "Los libros comúnmente llamados apócrifos no fueron dados por inspiración divina [...] no tienen ninguna autoridad para la iglesia de Dios".
Lucas 24:27,44; Romanos 3:2; Gálatas 1:8-9
Hay que tener en cuenta que existen temas que el canon de las Escrituras no aborda de manera directa. Sin embargo, esto no disminuye la suficiencia de la Biblia, ya que lo esencial que Dios quiso revelar está contenido de manera explícita o se puede inferir de forma necesaria. Como se afirma en la confesión: "Todo consejo de Dios sobre todo lo esencial para su propia gloria y la salvación, la fe [....] está o explícitamente declarado o contenido por inferencia necesaria en las sagradas escrituras". Por lo tanto, las Escrituras contienen todos los conceptos esenciales que Dios quiso revelar de forma suficiente.
En los casos donde es requerido un entendimiento profundo de la Palabra, como regla de sucesión lógica, también es necesaria la guía del Espíritu Santo: "Reconocemos que la iluminación interior del Espíritu Santo es necesaria para tener un entendimiento salvífico de lo que se revela en su palabra". Así como buscar de manera diligente otras secciones de la Biblia, donde se hable de los temas requeridos con más claridad. Tal como dice el texto: " Cuando surge una cuestión sobre el significado verdadero y pleno de cualquier parte de las Escrituras, se debe entender a la luz de otros pasajes que hablan con más claridad."** Entonces, ya sea de manera directa o mediante interpretación inferencial guiada por el Espíritu Santo, la Biblia se considera suficiente y completa para el entendimiento de cada uno de los temas de la voluntad de Dios y la revelación que quiso dejar a su pueblo.
1 Corintios 2:9-12
Aunque el entendimiento inferencial, guiado por el Espíritu Santo, es permitido, se enfatiza que el principal punto de referencia y contraste para interpretar las escrituras deben ser las propias escrituras: "La norma infalible de interpretación de las escrituras son las propias escrituras". Esto significa que las escrituras, como norma de verdad categórica, deben ser consistentes en sí mismas, y no puede haber contradicciones dentro de ellas. Por ello, el primer paso en la interpretación, comprobación y contraste debe realizarse, en primera instancia, dentro de la misma palabra.
De manera similar, existen verdades en las escrituras que son directas y totalmente independientes de las revelaciones. Un ejemplo de estas verdades se encuentra en el texto que afirma: "Las cosas que deben saberse, creerse y obedecerse para la salvación están expuestas y explicadas en [....] las escrituras con toda claridad, de modo que tanto los cultos como los incultos puedan alcanzar un entendimiento". Estas verdades son fundamentales y están presentadas con tal claridad que no requieren interpretación ni dependen del nivel educativo de quien las lea. Esta claridad deriva de la voluntad de Dios, reflejada en la exactitud de dichas verdades, por lo que no es necesaria una interpretación adicional.
Salmos 19:7; Salmos 119:130
Para que las personas puedan creer plenamente en las escrituras, es necesario un acto de fe, promovido en nuestros corazones por el Espíritu Santo: "Nuestro total convencimiento y seguridad de la verdad infalible de la autoridad divina de las escrituras viene de la obra del Espíritu Santo que da testimonio de la palabra en nuestros corazones". Creer en las escrituras como la verdad no es una cualidad intrínseca de las mismas; es necesario que el Espíritu Santo actúe de manera interna para alcanzar tal convencimiento. En última instancia, es la obra interna del Espíritu Santo la que realmente puede fomentar un convencimiento profundo de la suficiencia y autoridad de las escrituras.
Juan 16:13-14; 1 Corintios 2:10-12; 1 Juan 2:20,27
Las Escrituras son el fundamento infalible para la doctrina bautista. Su fe y creencias, como la salvación, se basan en lo que exponen los libros reconocidos como canónicos. Estos libros, en su conjunto, fueron inspirados por Dios y, por lo tanto, poseen características de suficiencia, completitud y coherencia. Esto los convierte en un marco teológico y doctrinal confiable donde se expone la voluntad de Dios. El texto describe a la Biblia como autosufiente y esta contiene tanto verdades directas, como la salvación, como otras reveladas. Estas últimas son el resultado de la ayuda del Espíritu Santo que, a través de las Escrituras, guía para entender la voluntad de Dios. Es tambien un atributo del Espíritu Santo, la capacidad de obrar en las personas para que puedan creer de forma inequívoca en la autoridad y suficiencia de la Palabra. Es de esta forma que en el primer capitulo de la Confesión de Fe Bautista se expone la importancia fundamental de la Biblia para los creyentes. Este texto detalla las características que hacen de la Biblia un punto de verdad única para su doctrina. Además, explica el alcance de las Sagradas Escrituras y su papel crucial como marco de referencia definitivo para la doctrina y la práctica de la fe bautista.